Ciervos, cabras montesas, muflones y búhos reales dan vida al mayor enclave natural protegido de España. Algunas de sus 180 especies animales fueron filmadas por Félix Rodríguez de la Fuente.
Con más de 2.000 kilómetros cuadrados de extensión, el parque natural de las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas es el enclave protegido de mayor tamaño de España. Esta amplitud de espacios abiertos tiene las características de un mosaico natural tapizado natural de rocas, encinas y pinos, que se une a las características climáticas, guarda una gran variedad de ecosistemas diferentes. Varias cuerdas serranas en paralelo a la ciudad de los ríos más importantes del sur peninsular: el Guadalentín, el Segura y el Guadalquivir, los primeros con vocación mediterránea, y el último, la gran vena de Andalucía, con miras al Atlántico.
Los hielos del invierno se cuelan por las rendijas de la sierra reventando su orografía en fragmentos de roca caliza, el abrigo de los extensos pinares del entorno. Un caos de piedra entre barrancas, prados y calares, con más de 1.500 metros desde las orillas del embalse del Tranco de Beas hasta las cumbres de los picos Empanadas (2.107 metros) o La Cabrilla (2.032). Varias especies de animales autóctonos se hallan presentes en este parque jienense, fruto de las continuas repoblaciones que han desaparecido la vegetación arbórea originaria hace siglos. Laricios, negrales y carrascos son las coníferas más abundantes, los mezclados con una tupida fronda de matorrales de carácter mediterráneo constituido por enebros, lentiscos, coscojas, jaras, acebuches y sabinas.
El paisaje de Cazorla revienta la vida en cualquier época del año, y la muestra es más de 1.200 especies botánicas que cubren sus perfiles, alrededor del 30% de toda la flora censada en la Península. Además, han sido clasificados como endemismos, curiosidades como las llamadas violetas de Cazorla y geranio de Cazorla, y algunas plantas carnívoras del género Pinguicula.
Sin embargo, siempre se ha considerado la mayor riqueza de estas serranías en su fauna, con más de 180 especies. Los grandes ungulados, como la cabra montés, el ciervo, el muflón, el gamo y el jabalí, se hacen familiares en estos predios a la fuerza de encontrarlos por todos lados; Del mismo modo que grandes rapaces, como buitres negros y leonados; águilas reales, perdiceras y culebreras; Alimentos, halcones y búhos reales.
Aquí se concentra la fuerza de una naturaleza salvaje que Félix Rodríguez de la Fuente plasmó una vez otra vez en las numerosas escenas documentales que rodan a lo largo de los años en estas sierras andaluzas para la serie El hombre y la Tierra. La calle de los ciervos en las orillas del mar, la ciudad de la montaña y las naves de las sierras del Pozo y de la Cabrilla, las lanzas de caza del águila real sobre los indefensos chivos ... Descubrir estos rincones y muchos Otros artículos del parque natural, el encuentro con el murmullo de la invernada en uno de los espacios más diversos de Europa.
La ruta de Rodríguez de la Fuente
Como ejemplo, desapareció el naturalista, las autoridades andaluzas y jienenses crearon, en la primavera de 2002, una ruta especial, que rememora las filmaciones de la película en el embalse del Tranco de Beas. La parte del paraje de Bujaraiza, donde se encuentra el mirador que lleva su nombre, y aquí estamos rodeando las aguas del embalse, río arriba, para saltar a la otra orilla en los llanos de Arance y proseguir con la corriente a favor hasta Finalizar frente al castillo isleño de bujaraiza. Veinte kilómetros de camino por un frondoso escenario señalizado con mojones de piedra, que cuenta con cinco miradores sobre las aguas del Guadalquivir.
Partiendo de la nava de san pedro
El camino de las naves se hace por las faldas de las llamadas sierras del Pozo y la Cabrilla, especialmente para los buscadores de los rebaños de cabras. Los alrededores de la marina de San Pedro son parte emblemática de este prodigioso paisaje andaluz, donde los topónimos como el risco madrileño, la cabeza del tejo, el cerro de los torcales o el collado del galán nombran los parajes. Rumbo al norte, el camino busca el nacimiento del río Guadalentín, entre la nava de Pablo y la nava Centeno, salpicado de viejos pinos retorcidos por el viento. Y, por último, la nava Noguera, abierta y pedregosa al pie del pico empanadas, punto más alto del parque natural.
El camino de Aguas Negras
Uno de los lugares más escondidos de estas sierras es el desfiladero del río Borosa, la mitad del camino entre el centro de interpretación de la torre del vinagre y el paraje de Aguas Negras. Una pista forestal parte de la piscifactoría de Borosa remontando el río hacia la puerta cerrada de Elías, donde las aguas fluviales han sido un estrecho desfiladero. Una serie de pasarelas de madera clavadas en la roca permiten atravesar el interior del barranco, hasta salir a los nacederos del río en las campas de Aguas Negras. Ante los ojos, el salto de los Órganos, y más arriba, las lagunas de Valdeazores.
Fuente: Pedro Retamar. El pais
